No deja de hacerme gracia cuando día tras día leo cartas y oigo declaraciones de algunos miembros de asociaciones de padres y de miembros de la Iglesia Católica en contra de las nuevas medidas que va tomar el Gobierno con respecto a esa gran secta, que dicen salvadora del espíritu, que es la que se denomina Iglesia Católica. El miedo real es a que se acabe el chollo del que disfrutan desde tiempos inmemoriales. Este año, sin ir más lejos, 144 millones de euros a costa los presupuestos del Estado. Entonces habrá que estar contentos, se supone que con este dinero ya no habrá pobres en España. Lo triste es que los seguirá habiendo. ¿Qué pasa con este dineral? ¿En que se invierte? ¿no deberíamos exigir una auditoria anual a este organismo sectario para ver en que ha invertido el dinero, por ahora, de todos?
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Aquellos que acusan de intolerante a todo el que no piensa como ellos y critican a todo lo que se mueve cuando no se les baila el agua, deberían plantearse si los intolerantes realmente son ellos.

Yo estoy totalmente a favor de una educación pública sin religión y no quiero que nadie me lo tenga imponer como tratan de imponer otras muchas cosas. Temas como la educación sin religión, el uso de anticonceptivos, el aborto, la familia, la eutanasia, matrimonios de homosexuales entre muchas otras, deberían de ser opciones que unos u otros escogieran sin presiones y sin que a nadie le importe. Estas opciones deberían estar ahí, el que quiera que las coja y el que no que las deje. Vamos, el vivir y dejar vivir. La libertad y democracia en estado puro que en esa gran secta no existe. Y se escudan en la moralidad. ¿Acaso no es inmoral la falta de respeto a la forma de pensar o de vivir de los demás?

El caso que me ocupa es el de la educación sin religión. Para empezar y según nuestra Constitución, España es un estado aconfesional, por tanto la educación debe ser laica. El que quiera tener una educación religiosa tiene la opción de los colegios privados de todas las órdenes que quiera. A eso me refiero con el respeto a los demás. A mi me parece estupendo que alguien estudie y sea educado de forma religiosa y que tenga la opción de hacerlo, como es natural. Pero, claro, hay que pagarlos. Pues señores, el que algo quiere, algo le cuesta. Además no deja de ser curioso que esa religión que tanto mira por los pobres rechace a gente por que no pueda pagar los 150 € de contribución mensuales.

Y también estoy totalmente a favor de que retiren todos los fondos públicos de ayuda para mantener a la Iglesia Católica y que sean los propios “fieles” los que mantengan su infraestructura, que para ello son los que la disfrutan y que esos fondos vayan a las ONGs. Estas organizaciones son las formadas por voluntarios que sin pedir nada a cambio dan mucho, no se escudan en estúpidos postulados ni obligan a nadie a un forma de pensar y actuar concreta.