Plaza MayorQuizá alguien pueda haber pensado que las líneas que siguen guardan relación con algún ‘lío de faldas’ propio de la prensa rosa o a los que nos tiene mal acostumbrados la televisión actual, en lugar de tenerla con algún retal de la historia, tradición y cultura de nuestra emblemática ciudad. De esto, y un curioso suceso trata.

Estoy seguro de que no poca gente deja pasar habitualmente pequeños detalles y rincones de la amalgama monumental que compone el tesoro en piedra de Villamayor que guarda la parte más antigua de ‘mi Salamanca’ (que cantara Rafael Farina). Mi experiencia personal me hace creer, a causa del típico tópico que suele rondarme en la cabeza: ‘lo tengo tan cerca… y como no se lo van a llevar…’. De esto último ya no estoy tan seguro. Y lo que no se lo llevan, se cae. Si, he dicho ‘se cae’.

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Intentando componer este puzzle de ideas que surgen bajo mi cabellera, sólo acierto a decir que quizás habrá muchos salmantinos que no se hayan percatado de la existencia de esa famosa cabeza de toro que se encuentra en el arco central de los Portales de San Antonio de nuestra vetusta e impoluta Plaza Mayor, cuyo significado omito para el lector que lo ignore y así indague más si cabe en nuestra historia. Quizá muchos tampoco se habrán percatado de que dicha parte del morlaco se encuentra incompleta. En este caso, no es objeto de arte tal ausencia. toro sin cuerno En el 250º aniversario de nuestro monumento más preciado, éste ha perdido una parte importante de su conjunto, ha perdido un símbolo de nuestra tierra. Por cómico o extravagante que pueda parecer mi texto, a la Plaza Mayor se le ha caído un cuerno. La cabeza de toro se encuentra desarmada. El asta no ha resistido más. Pero no le culpo. Son tantos años… Tampoco culpo a la piedra de Villamayor que hace de Salamanca nuestra ciudad dorada. No tengo derecho a tildarla de blanda, por ceder ante el húmedo acoso de la lluvia, a la que tampoco culpo, sabida su vital necesidad en estas tierras de la península, y que en la madrugada del pasado 18 de Noviembre convirtió en arena dorada el cuerno derecho de la res.

No se si desde aquí tendrá suficiente eco la noticia para que se subsane éste pequeño drama; voy terminando con la esperanza de que pronto así sea. Porque ya se sabe lo que solemos decir; un toro sin cuernos, es como… (perdón). De ahí, la importancia de los cuernos.

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