La España vacía no está muerta, que está tomando su tiempo.
Decía Diego de Torres Villarroel que el chilindrón legítimo de la felicidad es aunar al mismo tiempo fama, dinero y libertad. Y el tiempo se detuvo y el Manzano se avellanó y los ramajeros fueron felices y comieron perdices.
Un pueblo es abrir una ventana en la mañana y respirar la sonrisa del aire en cada esquina: