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Si el siglo XVIII fue el siglo de la revolución industrial, promovida fundamentalmente por la invención de la máquina de vapor, seguramente que la segunda mitad del siglo XX pasará a la historia como la revolución tecnológica y su principal motor, sin duda alguna, será la computadora.

Tanto en un caso como en el otro, la revolución causó una serie de cambios políticos, económicos y sociales, y en el caso de la revolución tecnológica, el principal cambio a nivel social que se produce lo podíamos denominar como la “tecnoalfabetización”, es decir, si la alfabetización es la capacidad de leer y escribir, la tecnoalfabetización será la capacidad de manejar todo ese gran volumen de ingenios electrónicos, desde un teléfono móvil hasta la televisión digital o el ordenador.

Desde las instituciones políticas se promueven diversas campañas para aumentar el porcentaje de tecnoalfabetización, desde financiación de ordenadores, acciones dirigidas a la inclusión de las tecnologías en el ámbito rural, etc., para, supongo, llegar a un objetivo no muy lejano de tener un 100% de tecnoalfabetización, al igual que hoy día hay prácticamente un 100% de alfabetización, que no se concibe que alguien no sepa leer o escribir, llegará el momento en que no se conciba que alguien no sepa manejar un ordenador para sus usos más básicos –entiéndase, no se trata de que todos seamos ingenieros en informática, simplemente tener los conocimientos de usuario medio o avanzado-.

Y yo me pregunto ¿un ordenador es un elemento de ocio y recreo? Pues la respuesta es si, puede ser un elemento de ocio y recreo, pero a la vez puede ser un elemento productivo y que nos permita, entre otras cosas, un ahorro económico en nuestro hogar: ya no necesitamos tener esas enciclopedias tan adornadas y costosas en casa, basta con una conexión a Internet y vuestro buscador favorito, no necesitamos esos libros de recetas, las tenemos en Internet, y no solo recetas de gastronomía local, sino de cualquier rincón del mundo. Internet, bien utilizado, es conocimiento, es comodidad, es diversión, es relaciones sociales, es… todo aquello que se os ocurra, por tanto ¿es un ordenador un gasto o una inversión? Si solo fuera un elemento de ocio ¿por qué las instituciones promueven su uso? ¿No deberían de igual forma financiar nuestras vacaciones esquiando en La Covatilla? Esta claro que es una inversión a la que, como la Aspirina, cada vez se le descubren más ventajas: ¿entonces por qué las empresas siguen pensando que el gasto tecnológico es un gasto y no una inversión? ¿Por qué se pretende ahorrar en algo que bien utilizado puede mejorar las perspectivas de negocio de una empresa? Espero que las mentes de los empresarios cambien porque en algunos campos de negocio, la pérdida del tren tecnológico puede suponer pérdida de competitividad y, a la larga, pérdidas económicas.


Foto: Ronnie Bergeron