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La mayoría de los españoles nos sentimos orgullosos por haber realizado un cambio “modélico”. De un sistema dictatorial, centralista y aislado internacionalmente, hemos pasado a uno democrático, descentralizado e incorporado plenamente a los máximos organismos internacionales posibles. No obstante, debemos reseñar que el nuevo modelo ha funcionado bien porque nuestra economía ha funcionado bien; ahora que, según parece, la economía no será positiva en una década -¿?-, es cuando se comprobará sí realmente el modelo es correcto o tenemos que rectificarlo. Nuestra economía mejoró con la ayudas de la Unión Europea; fue positiva porque la economía global también lo fue; fue positiva porque España tenía grandes déficit en infraestructuras y se ha ido invirtiendo en ellas. Cuando la economía general es positiva, los organismos públicos recaudan muchos impuestos y pueden incrementar los servicios públicos. Las dudas vienen cuando la economía general es negativa y empeoran las empresas, las inversiones públicas y las rentas familiares. ¿Recetas teóricas? Para estos tiempos se proponen tres: Austeridad -reducción de la administración pública-; Solidaridad territorial e intergeneracional, incrementando la progresividad de los impuestos y subiendo linealmente las nóminas aunque lo hagan un 50% menos que la inflación para incrementar la productividad; y transparencia para que nadie engañe a nadie. La pregunta final sería: ¿Podrá España mantener tanta nueva Administración surgida de la descentralización, pactada en la Constitución?, todo parece acabar en on. El orden de los factores sí altera la respuesta -¿?-.

 


Foto | Darco TT