Foto de Julen Landa

Un diccionario de 1737 definía la peseta como pieza de plata provincial cuyo valor era de dos “reales”, pero no fue moneda oficial hasta 1868 cuando el Ministro de Hacienda Laureano Figuerola -catalán-, publicó un decreto en el que se implantaba como unidad monetaria nacional y su valor era de cuatro “reales” o “cien céntimos” -no olvidar que en ese momento entrábamos en el Sistema Métrico Decimal-. La peseta parece que venía de la palabra ‘peceta’, diminutivo de ‘peça’ (pieza). También, popularmente se hablaba de «la pela».

El «duro», sin embargo, fue una moneda principalmente virtual y su valor primitivo era de veinte reales de vellón -unidad de cuenta que tampoco llegó a acuñarse. El «duro» solamente se hizo «físico» en Gerona (Girona) durante la guerra de la independencia contra los franceses. En nuestra época moderna un duro equivalía a cinco pesetas.

Y hasta aquí todo se puede leer en la Wikipedia, pero lo que no está escrito en ella son las expresiones populares de «la pela es la pela» o «nadie da duros a cuatro pesetas». La primera expresión -muy «catalana»-, vendría a informarnos que algunos son ”agarradillos”, mientras que la segunda -una expresión muy “castellana”- nos cuenta casi lo mismo pero ya falta una peseta y esto molesta a los defensores de Lázaro de Tormes. Pero no se preocupen, en el siglo XXI todo ha cambiado, ahora se puede vender el “cielo” y cobrarlo en “euros”-166,386 pesetas-, “pelín” más caro…

 


Foto | Julen Landa