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La educación, la cultura, la sanidad o la investigación no son un gasto si no una inversión. Igual sucede con la rehabilitación de viviendas y monumentos.

El ejemplo contrastado lo tenemos en la rehabilitación del casco histórico. ¿Se imaginan ahora lo que sería nuestra ciudad sin él? Se creó riqueza en el momento de la inversión y se sigue creando riqueza en la hostelería y el comercio local a través del turismo. Se trata de un efecto multiplicador.

Si los salmantinos nos sentimos satisfechos de esa recuperación, ahora, nuestros vecinos de los barrios construidos a partir de los años sesenta tienen la oportunidad de convertirse en motor de desarrollo para salir de esta crisis.
Esos vecinos harían su planteamiento de barrio. Una vez que deciden cómo será, se plantea el proyecto de inversión y financiación sabiendo que si ellos ponen tres millones entre ahorros y microcréditos, el ayuntamiento, el gobierno central y autonómico tendrán que poner otros tres cada uno de ellos. Es decir, tres millones se convierten en doce, que sirven para generar unos dos mil puestos de trabajo directos y otros dos mil indirectos. Esto no es el cuento de la lechera, es repetir nuestra intrahistoria, la que nos hace ser como somos.

 


Texto | Chibus