La hora más hermosa, foto de Julen Landa

Sin duda Salamanca tiene un color especial. Si la noche y la moderna iluminación monumental nos han descubierto una nueva forma de contemplar la arquitectura salmantina, la tarde, justo antes de ocultarse el sol, puede ser el momento sublime para hacerlo. Es el instante en que la piedra que mira hacia el oeste se tiñe de color miel, los monumentos cambian de color y la piedra se enciende, dando lugar a “los dorados de la tarde”, un momento mágico donde la piedra de Villamayor y todo lo que con ella está construido parece tomar vida.

 


Foto | Julen Landa