Hablando del mapa autonómico actual, a todo el mundo se le llena la boca con lo mismo: “Razones históricas” pero ¿por qué decimos razones históricas cuando queremos decir razones económicas? ¿por qué decimos amor cuando queremos decir sexo? A ambas preguntas la misma respuesta: lo primero suena más romántico, más demagógico, lo segundo suena demasiado materialista y, aunque al ser humano le gusta la sinceridad, no la soporta, de la misma forma que ninguna madre soporta que le digan que su hijo no es todo lo guap@ o list@ que ella se piensa.

Pero vamos a analizar esos razonamientos históricos: la historia es muy extensa, ha pasado mucho tiempo desde que bajamos del árbol (supongamos que la teoría de la evolución es correcta, no debatamos sobre esto ahora mismo) hasta nuestros días de teléfonos móviles, Mptreses portátiles y demás “gizbos” y todo ha evolucionado, evolucionan las culturas, los idiomas, las religiones … la espiral gira y es imparable, de eso no cabe duda. Entonces ¿por qué nos empeñamos tanto en anclarnos en un momento del pasado? ¿por qué prescindimos de aquellas partes de la historia que nos gustan menos? Todo el mundo se echaba las manos a la cabeza cuando los Talibán derribaron las estatuas de Buda más grandes del mundo y, sin embargo, todo el mundo aplaudió el derribo de estatuas de Franco, de Saddan Hussein o de Lenin… los acontecimientos históricos, aunque no nos gusten, han ocurrido y el negarlo solo nos puede llevar a cumplir un refrán: quien olvida la historia está condenado a repetirla.

Por otra parte, con lo larga que es la historia, solo nos quedamos con determinadas partes, las que más nos interesan: ¿por qué un momento histórico es más importante que otro? ¿por ser más reciente? ¿por ser más antiguo? ¿por darme la gana? Pues quizá la respuesta más cercana a la realidad es esa, porque me da la gana, porque me interesa más recordar este momento histórico y no otro, porque me beneficia más recordar ese momento y no otro, ya que los beneficios económicos son mayores: ¿qué comunidades autónomas luchan por una mayor independencia? Pues las más ricas, y precisamente ahí es donde están los mayores escollos, en los temas de financiación: ¿a alguien le importa que “nación” figure en el preámbulo o en el primer artículo del estatuto catalán? A nadie, lo que importa es que dejen de hacer la autovía a Madrid por hacerla en Cataluña y nos intentan convencer que eso es la consecuencia de que Cataluña sea nación.

Si nos centramos en Castilla “y” León, el problema es el mismo: Los leonesistas defienden el “Reino Leonés” (yo, de decantarme por alguna opción, sería la “República Leonesa, que ya tenemos bastantes funcionarios como para encima mantener una familia real más) para que Valladolid no se lleve las 4 migajas que se lleva, muchos salmantinos no están convencidos de las bondades del reino de León porque tampoco quieren que sea León quien se lleve esas migajas, si no que sea Salamanca, y los Zamoranos…. les da un poco igual, porque se lo lleve quien se lo lleve, a ellos nunca les toca nada. ¿Razones históricas? NO, razones económicas, puras y duras. Si en el 78 nos han juntado así, por las razones que fueran, ¿por qué no peleamos para que en lugar de repartirnos las 4 migajas de Valladolid entre León y Pucela recibamos 9 migajas, una por provincia? ¿Qué nos han hecho los sorianos, o los burgaleses? ¿a quién le interesan estas discusiones que nos desgastan y evitan que nos centremos en mejoras para todos? ¿por qué somos tan burros de rechazar algo que nos beneficia si el vecino también se ve beneficiado?

En conclusión, la estupidez humana no tiene límites, y, pensando en regionalismos, me da igual ser castellano, leonés, zamorano, benaventano o español, de lo único que me avergüenzo es de ser humano, de haber bajado del árbol para comportarme así, por permitir que estas discusiones fraticidas me afecten, por no gritar y luchar por ser un CIUDADANO DEL MUNDO.