Ciutadans

El Mundo, 5 de Marzo 2006
Nace Ciutadans de Catalunya, un partido no nacionalista apoyado por intelectuales
La formación se estrenó en el teatro Tívoli, que no pudo acoger a todos los presentes.
«No somos bichos raros por pensar de forma distinta a la políticamente correcta». «Me preocupan más la vivienda, el trabajo, la economía, la sanidad o la educación que los papeles de Salamanca, la nación catalana o que Madrid nos robe nuestros impuestos». «Nadie debería sentirse acomplejado por que sus padres sean de Córdoba o de Zamora». «¿Por qué todo el mundo da por hecho que soy nacionalista? ¿Qué pasaría si digo que Cataluña no es una nación y que lo de las selecciones deportivas es una chorrada?»

Estas fueron algunas de las frases más celebradas y aplaudidas ayer por la mañana en el teatro Tívoli de Barcelona durante la presentación de Ciutadans de Catalunya, el nuevo partido político no nacionalista respaldado por intelectuales catalanes como Francesc de Carreras, Arcadi Espada, Félix Pérez, Albert Boadella, Iván Tubau o Teresa Giménez.

El Mundo

De todos esos intelectuales, el más conocido por mi es Albert Boadella. Podría decir que Boadella siempre me cayó bien. Lo recuerdo más de mi niñez y primera juventud, cuando para algunos familiares y conocidos míos él no era más que un catalán izquierdoso, saltimbanqui, provocador y vividor. Los tiempos cambian, y esos que entonces se escandalizaban con Els Joglars ahora seguramente se sonrojarían de haberse escandalizado. Esto es lo que algunos nacionalistas debieran hacer hoy en día, sonrojarse de si mismos y no escandalizarse de que alguien que es libre tenga sus propias ideas y actúe por tanto en consecuencia.

Ciutadans de Catalunya seguramente nace por una necesidad, de la necesidad de la diferencia, de opinar diferente en un mundo que se llena la boca hablando de diferencias pero no permite que en su seno haya quien opine diferente. No soy nacionalista y evidentemente no soy catalán. Tuve mis escarceos nacionalistas (o regionalistas) en mi primera juventud (todavía soy joven) y tuve y tengo amistades catalanas, las cuales espero conservar y ampliar, por que a la amistad, igual que a la libertad, no hay que ponerle pegas.

El derecho a la diferencia no está solamente en poder ser diferente a los demás, a los que están en frente, a los que están al otro lado de cualquier raya, de cualquier frontera, sea real o imaginaria. También debiera ser indiscutible el derecho a ser diferente de los que están cerca, de los que son como uno, de los que están a este lado de la raya. Aunque lo verdaderamente bueno es que no hubiera rayas ni fronteras, ni reales ni por supuesto imaginarias. Por lo tanto también debiera ser inalienable el derecho a no querer ser diferente.

Por ahora, mis simpatías a Ciutadans de Catalunya y a todos los ciudadanos del mundo.
Seamos y dejemos ser.


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