La Reina del Tormes

Hace muchos años, después del Diluvio Universal, los hombres se sintieron atacados por los dioses y decidieron construir una ciudad muy alta, con una torre que llegara hasta el cielo. Si las aguas volvían a inundarlo todo, podrían subir más allá de las nubes. El Dios Yaveh, herido en su orgullo, hizo confundir las lenguas y los humanos no pudieron colaborar entre ellos, impidiendo finalizar la deseada construcción. La Torre fue bautizada como Babel, su idea podría haber venido de Babilonia. También de balbuceo: confusión al hablar.

La Humanidad continuó luchando contra los dioses y así uno llamado Gutenberg, en la Europa de 1440, traía el invento chino de la imprenta móvil, favoreciendo la expansión de la cultura. En 1481, un salmantino anónimo, de profesión tipógrafo, se une al catedrático Elio Antonio de Nebrija y juntos logran publicar una obra titulada “Introductiones Latinae”, obra “humanística” que marcó el principio del Renacimiento en España. Contra viento, marea y los dioses locales, en 1492, con el amparo de la Reina, este reducido equipo logró publicar la primera Gramática Castellana.

En pleno 2009, otro anónimo charro, leía en la prensa que el libro-electrónico acabaría con el libro-papiro. Abrumado por tanta herencia, soñó que convencía a sus testarudos conciudadanos para levantar una Torre de cristal, con los colores del Arco Iris, cimentada sobre las ruinas romanas. De alta sería como su Catedral para no ofender al Dios reinante, y en ella se depositarían todas las gramáticas del mundo. Una vez finalizada, la ciudad tuvo el reconocimiento de los mejores arquitectos de la época. Por ella pasaron Santiago Calatrava, Mª José Aranguren, Alberto Campo, José González, Norman Foster, Richard Rogers, Jean Nouvel, Rem Koolhaas, Zaha Hadid, Richard Meier, David Adyaye, Leoh Ming y desde las alturas dieron su aprobación Le Corbusier y Gaudí. También fue centro de peregrinación de todos los filólogos del mundo. Su clamoroso éxito llegó hasta la ONU, por este motivo, Salamanca, con su Torre de Babel, fue bautizada como la Ciudad de las Lenguas del Mundo, recobrando de nuevo su prestigio cultural. Desde entonces, los dioses y los humanos convivieron pacíficamente. Al despertar del sueño, la Torre brillaba con luz propia. Amén.

 


Texto | Chibus
Foto | Darco TT