Christiano Ronaldo

Por las venas de El Hincha corría sangre charrúa. El primer día de Reyes de 1900 vio la luz; nació y creció entre ríos. Su único juego infantil fue una pelota de trapo. Cuando cumplió los diez años aprendió a hinchar los balones del equipo de su localidad y así pudo ver todos los partidos. Soñaba con ser balón de oro, pero tuvo que conformarse con ser fiel espectador. Reyes, que así se llamaba el Hincha, convirtió la afición en una religión. Cada partido era un acto único. Antes de salir de casa se pintaba la cara con los colores del equipo. Al salir del portal comenzaba a dar gritos y no callaba hasta que el árbitro pitaba el final. Como acto de fe, aplaudía a los suyos, silbaba a los contrarios e insultaba al árbitro. A él se le unieron muchos otros y entre todos “hincharon” a sus equipos y a los contrarios. La muerte le llegó de repente en 2011. Julián, el forense, certificó que la explosión de la burbuja balompédica hizo añicos su corazón. Los ingresos del fútbol volaban a paraísos fiscales mientras los créditos impagados hacían quebrar las Entidades Financieras y los Estados. La hiedra cubrió los campos de fútbol, de nada sirvieron los ajos plantados.

 


Texto | Chibus
Foto | Darco TT