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Si desde un satélite observáramos cómo nos movemos los ciudadanos de Salamanca y nuestros huéspedes, nos daríamos cuenta de la importancia de estos flujos humanos en la propia economía y por tanto en el bienestar general. Si, por ejemplo, el rastro dominical se volviera a ubicar en la zona histórica de la ciudad, los grandes beneficiados serían en primer lugar todos los comerciantes, tanto los del rastro, por sus ventas a los turistas de un solo día -que ahora se pierden-, como los de los comercios tradicionales; si los vecinos de los barrios venimos andando a esta zona, nos fijamos en sus escaparates y tomamos la decisión de compra cuando están abiertos. Los segundos grandes beneficiados serían los negocios de hostelería. Cuando paseamos, sentimos la necesidad de tomar una cañita o comer, dada la placidez de dicho paseo. Da alegría ver como resplandecen todos los bares y restaurantes cuando hay eventos culturales o manifestaciones. En tercer lugar, estaría nuestra propia salud, no hay mejor deporte que el simple paseo. También ayudaríamos a la lucha contra el cambio climático al dejar aparcado el coche y tomar el de San Fernando y con ello a nuestro bolsillo. El paseo salmantino es la envidia de madrileños y barceloneses, no debemos perderlo. ¿Positivo?

 


Foto | Darco TT