Christiano Ronaldo

Pasado un tiempo prudencial de la eliminación del club merengue en la Liga de Campeones, hemos podido escuchar una visión iberoamericana que sirve para enriquecernos desde el punto de vista humano, deportivo, cultural, social y económico.

Parece que todo es debido a un mal de ojo. Y siempre que hay mal de ojo, lo primero es demostrarlo: Se coge un plato de cobre, se le añade vinagre y un puñado de sal gorda. Se coloca bajo el césped del Estadio Bernabéu, allí donde han puesto calefacción para que la hierba no se enfríe. Si la sal trepa por los bordes del plato, el mal de ojo queda demostrado.

Lo segundo es encontrar al causante: Parece que todo se debe a un gigantón que tiene un ojo rojo. Aquel hombrón cogió al equipo en la enésima crisis y lo hizo campeón del mundo mundial. Como premio recibió el despido fulminante. Al parecer, el “gurú” de la casa Blanca opinó que su físico no era el más apropiado para el equipo más elegante del mundo.

Y lo tercero es buscar la solución: Parece que en estos casos la prescripción sería volver a poner a cada uno en su sitio, y el hechizo, quedaría resuelto. El equipo estellado podría pasar de Octavos. Y todo con la gente de casa que suele ser más comprometida y a precio más razonable. Gastarse un pastón cada año para comprar jugadores mediáticos no da resultado.

 


Texto | Chibus
Foto | Darco TT