Foto de Manuel Holgado

Cuando hemos ido a comprar castañas asadas, el siempre simpático propietario, nos ha comentado que mantiene los precios del año pasado y que por una docena nos cobrará un euro; no obstante, como este año son más pequeñas, nos meterá dos más en el cucurucho, o sea, docenas de catorce sin subir precios. También nos ha comentado que este año la cosecha es más escasa y que los castaños empiezan a sufrir una enfermedad similar a la que acabó con los olmos; ¿se habrán enterado ya los biólogos para poner remedio?. Casi al mismo tiempo, un prejubilado que ahora tiene por ocupación ir al “súper”, nos ha relatado un tanto avergonzado, que ha comprado una docena de huevos por la misma calidad y precio del año anterior, pero que al llegar a casa su mujer le había regañado ya que la docena en realidad era un paquete de diez; esto le pasaba a él, que siempre había controlado muy bien las cuentas en su empresa. Como penitencia se ha auto-impuesto volver a leer el Lazarillo del Tormes.

Por todo lo anterior, lo mejor será cantar como Pepe Gil Cacho: “La castaña, la castaña salmantina pero que rica que está, es la más gorda más fina, la de mejor calidad”. ¿El próximo noviembre, mes de la castaña salmantina?. Las castañas, buenas para todo.

 


Foto | Manuel H