la ciclista del ajedrez, foto de Manuel H

Instalar una estación base de telefonía móvil sin licencia, cuando ésta no sea legalizable: 900 euros de multa. Si la estación es legalizable: 600 euros de multa. En realidad no se sanciona casi nunca. Circular con un coche en sentido contrario al establecido, competir en carreras de coches no autorizadas, conducción habiendo ingerido bebidas alcohólicas o estupefacientes, sobrepasar en un 50% la velocidad máxima autorizada, saltarse un semáforo en rojo, o, en fin, la “conducción manifiestamente temeraria”: hasta 1.500 euros de multa según la Ley Estatal de Tráfico.

Circular por una acera con una bicicleta: 3.000 euros de multa según un proyecto de ordenanza que piensa aprobar el ayuntamiento de Salamanca. Es preciso señalar que no estamos justificando, en ningún modo, aquellas conductas temerarias practicadas por determinados ciclistas de esta ciudad que ponen en peligro sus vidas saltándose semáforos en rojo, a la integridad física, en ningún caso la muerte, de los peatones en determinadas aceras cuando circulan indebidamente a una velocidad superior a la de los viandantes. Como tampoco podemos justificar los miles de automóviles que diariamente en Salamanca rebasan semáforos en rojo -recién cambiado el piloto no importa-, hablan por el móvil al volante, aparcan en doble fila, o compiten en carreras por nuestras avenidas. ¿No han visto nunca esto verdad?. Circunstancias estas últimas que sí ponen en peligro la vida de peatones, ciclistas y otros conductores.

Es evidente que, con ser reprobables, las conductas irregulares de los ciclistas nunca ponen en peligro la vida de los demás como lo hacen a diario los automóviles. Por otro lado circular por la calzada en una ciudad como Salamanca, en la que no existe ni un sólo metro de carril bici útil para la movilidad urbana más allá del paseo relajado a las orillas del río, supone exponer diariamente la vida de quien se atreve a tal osadía. La falta de respeto de los automóviles no guardando distancias de separación lateral en adelantamientos y haciéndolo a más de 50 km por hora permitidos, o escupiendo directamente a los pulmones de los ciclistas nocivos gases contaminantes, supone un peligro real para el más débil.

Que aparcar en doble fila esté penado con 60 euros de multa -30 con pronto-pago- para un automovilista, mientras que circular por la acera en bicicleta o patinete suponga 3.000 euros, el doble de lo máximo que establece la Ley Estatal de Tráfico para conductores temerarios, supone una desmesura tan desproporcionada que sólo mentalidades que odian literalmente un medio de transporte tan saludable para el medio ambiente como la bicicleta pueden engendrar. Cuando el resto de ciudades europeas y, ya recientemente españolas, están potenciando el modelo de de la bicicleta como medio alternativo y real de movilidad urbana; en Salamanca han decido imponer mediante, una simple ordenanza municipal, multas que duplican varias veces las máximas impuestas por leyes estatales o las propias ordenanzas a automovilistas temerarios o a operadoras que instalan estaciones que emiten radiaciones perjudiciales para la salud careciendo de licencia.

Un principio sentado en el derecho punitivo es el de la proporción entre el poder económico del infractor o los beneficios conseguidos mediante conductas irregulares y la sanción impuesta. Es evidente que quienes utilizan la bicicleta, sobre todo en una ciudad como Salamanca -adolescentes, estudiantes, mozos repartidores a domicilio- tiene un poder adquisitivo muy inferior a quienes prepotentemente utilizan, muchas veces sin necesidad, vehículos a motor o explotan estaciones de telefonía móvil ilegales. Por no hablar de quienes impunemente realizan vertidos contaminantes al alcantarillado envenenando nuestros ríos.

Una medida como la que aquí denunciamos no persigue más que hacer desaparecer de nuestras calles un medio de transporte saludable y no contaminante que está siendo utilizado masivamente en ciudades más racionales que la nuestra como Amsterdam, Brujas, San Sebastián o Córdoba. Quienes vomitan este tipo de ordenanzas denotan un odio tan visceral como incomprensible hacia ese medio de transporte saludable. Esta conducta es más bien propia de atención en consultas especializadas, no importando al caso que nos ocupa si el método a elegir sea el psicoanálisis o el recurso al psicofármaco. Fobias más complejas han sido tratadas con notable éxito en el ámbito de la psicología. Salamanca merece otros gobernantes más acorde con los tiempos que nos ha tocado vivir. Desprendernos del pelo de la dehesa es tarea irrenunciable.

Ángel Sánchez Corral
sufridor ciclista urbano

 


Foto | Manuel H