Salamanca, cultura y botellon

Muchos papás están descorazonados por las malas relaciones con sus jóvenes hijos. Afirman que están desorientados, que no saben dónde acudir. Sus hijos son buenos estudiantes, aprueban normalmente, pero el carácter de estos últimos es voluble, cambia con frecuencia, tan pronto están cariñosos -sobre todo cuando necesitan dinero- como muy “agriados” -cuando se les exige algún esfuerzo como hacer su cama-. Estos padres buscan información entre sus amigos, acuden a médicos, a psicólogos, a la policía en casos extremos, y en la mayor parte de los casos, los síntomas son los mismos. Donde no existe consenso es en las soluciones: El amigo le contesta: “yo eso no se lo permitiría jamás” -cuando se lo está permitiendo a sus propios hijos-, el médico le receta tranquilizantes, el psicólogo una charla a lo Valdano que lo deja “baldao” y la policía, que si desea seguir adelante, debe presentar la correspondiente denuncia. Un catedrático vinculado a la “Chicago Bussines” ha expuesto magistralmente una solución para este moderno problema: Padres que estáis en esta situación, el estrés post party -noche más alcohol- se cura simplemente con la edad, como la juventud. Paciencia, paciencia y mucha paciencia.


Texto | Chibus