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Dicen que D. Avarito Fuenteseca nació de la propia tierra seca pero no era cierto, nació de su madre como los demás. La carencia de medios en su etapa infantil le forjó el carácter. Cuando cumplió los diez fijó su gran meta en la vida: Ser rico.

Estudió, trabajó y ayudó a sus padres. Con la carrera recién terminada se colocó como administrador en una mina de oro. Al poco tiempo se hizo su propietario, lo mejoró, vendió y obtuvo una gran plusvalía. Con dicho montón de dinero compró un Banco de su localidad. En cinco años llegó a ser el mayor de su Región y en otro quinquenio, del País. Fue nombrado como la persona más influyente de su entorno.

Pero no todo iba a ser de color de rosas: Sufrió una dura enfermedad y necesitó un trasplante. Como tenía mucho dinero puso un anuncio en las primeras páginas de los periódicos ofreciendo un altísimo precio, pero no obtuvo respuesta. Los médicos le informaron que había una asociación altruista de donantes desinteresados pero tendría que hacer cola. Cuando más temía por su vida, le llegó el turno. Fue trasplantado. Al salir del Hospital, declaró a la prensa: Desconozco cuánto cuesta un riñón pero ahora sé que vale una vida. Donó todos sus órganos y se sintió más rico.

 


Texto | Chibus
Imagen | ALCER