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En una charla informal de verano con el charro vinculado a la Chicago Business (escuela de negocios que apuesta por el liberalismo), este mencionaba continuamente la frase “si yo fuera Presidente”…
Y así empezó hablando del gran error de las «troikas» al querer imponer el mismo modelo económico en América que en Europa, sin tener en cuenta el famoso binomio espacio/tiempo de la Escuela de Salamanca.
Seguía diciendo que si fuera Presidente cumpliría con los tratados internacionales ya que la experiencia autárquica española nos hizo retroceder 50 años por lo que no tenía sentido “salirnos” de un mundo globalizado.

En política interior hablaba de cumplir la Constitución antes de reformarla y sobre todo en lo que afecta a la vida básica de los españoles

Derecho a una alimentación mínima básica. Derecho a una vivienda digna -que puede ser en propiedad o alquilada- Derecho a la Sanidad -que puede ser pública o privada- Derecho a la Educación -que puede ser pública o concertada-. Derecho a un trabajo digno -que quiere decir un salario mínimo suficiente para todo aquel que trabaja- Derechos y no limosnas es lo que aprobamos en nuestra Constitución.
Y como esto eran obviedades, le exigimos que fuera más explícito ya que eso lo queremos todos los españoles de bien aunque la Constitución se incumpla cada día.

Y llegó el momento clave, para todo eso se necesita una financiación suficiente y parece que en España no “cuadran” nunca las cuentas, ni las públicas ni las privadas. La financiación del Estado, de las Comunidades Autónomas, de las Diputaciones y Ayuntamientos, de los organismos públicos, de las asociaciones empresariales, sindicales, de los clubes de fútbol, de las empresas, todos o casi todos cuentan con una financiación inadecuada y de aquí viene gran parte de la corrupción. España aquí falla estrepitosamente.

Y nos dijo que la solución pasaba por una “operación acordeón”: Los organismos públicos tienen que recibir más ingresos de los ciudadanos, de todos los ciudadanos, pero más de los que más tienen, ganan o gastan imitando a los países más “equilibrados”. Al mismo tiempo reducción de los puestos políticos al 50% para equipararnos también a la media europea. El gasto público sobrante se utilizaría para la «renta básica de ciudadanía».

Según este experto en economía social, cada residente español tiene que recibir ingresos “mínimos vitales” de alimentación, vivienda, educación y sanidad y para ello tiene derecho a un trabajo digno (salario mínimo eliminando el trabajo no retribuido y las horas extraordinarias que no cotizan a la Seguridad Social -en esto España es la campeona mundial según datos de la OIT)-. Derecho a una Pensión mínima suficiente o Derecho a una Renta Básica de Ciudadanía. Esta renta es la que permitiría a cada español poder pagar la hipoteca o la renta del piso -esto favorece a los propietarios-, los gastos de comunidad-favorece las relaciones vecinales-, comprar mínimo de comida, vestidos y libros -esto favorece al pequeño comercio local-

Al llegar a este punto no pudimos por menos de decirle que algunas de estas propuestas parecen calcadas de las efectuadas por el nuevo partido político «Podemos» a lo que él respondió que eso se obtenía leyendo nuestra Constitución, lo proponga quien lo proponga y quien no sea capaz de hacerlo cumplir debiera irse con la música a otra parte. Los ciudadanos no deben votar a quienes la incumplen.

En resumen, España puede salir de esta crisis simplemente con mayor organización haciendo distribuir mejor el capital con un sistema fiscal más justo y repartiendo mejor el trabajo, eliminando tanta hora negra o bajando los sueldos altos a cambio que entren en el mercado laboral nuevos trabajadores, sin olvidar la ampliación de horarios comerciales de las Entidades Financieras y otras.

Pero esto parece el milagro de panes y peces y los milagros nunca se han repetido.