Foto de Manuel Holgado

Creemos que solo el ser humano busca el principio y fin de las cosas. En los albores de la humanidad se adoraba a un dios que salía cada día y nos calentaba. Posteriormente a este dios se le puso un nombre y se supo que era una estrella y a partir de ahí dejamos de adorarlo, no merecía la pena, el sol saldría sin tener que adorarlo -principio de utilidad-. Con los tiempos fuimos avanzando y los humanos adoramos a un dios origen del universo -El Creador- y cuando se fueron desvelando incógnitas le pusieron nombre: el “big-bang”. Pero aún nos preguntamos si existen otros universos y qué o quién los impulsó. Es evidente que el hombre como unidad que forma parte de la naturaleza es religioso -imaginación- y científico -demostración-. Lo que no entiende lo adora y se adora a un ser superior, lo que se comprende se deja de adorar. Llegados a este punto podríamos afirmar que la Ecuación Universal sería la suma de Ciencia más Religión. Con ella avanza la humanidad. Pero esta ecuación es inestable y cuando la religión anula a la ciencia, llega la inquisición. Y cuando la ciencia anula la religión se puede llegar a la extinción. Del primer ejemplo la quema de brujas o el caso Galileo; del segundo, las bombas atómicas que en un instante destruyeron toda la vida que se había creado en Hiroshima y Nagasaki. Algunos pedimos humildad para evitar un “big-crunch”.

 


Texto | Chibus

Foto | Manuel Holgado