el encuentro

Educación para la ciudadanía es una asignatura que me parecía no sólo innecesaria (como asignatura, no porque no haga falta esa educación), sino también inútil (hay cosas que no se pueden enseñar con una lista de contenidos). Sin embargo, es la cerril, mentirosa, demagógica y apocalíptica oposición a esa asignatura la que me está convirtiendo en entusiasta defensor de la misma, aunque sólo sirva para retratar conciencias.
Hoy, en un periódico de aquí (La Gaceta de Salamanca), una carta al director dice, literalmente, lo siguiente:

«Muchos padres nos oponemos a que se ensalce en la escuela el sexo (es inmoral y, además, hay riesgo de adicción); a que se inculque la ideología de género, marxista y radical, enseñando que todo vale lo mismo, que es igual tener padre y madre que duplicar la figura de uno de ellos, como si eso supliera la orfandad; y queremos cuidar la identidad femenina o masculina en esas edades en que todavía los hijos no han alcanzado la madurez de su personalidad. El rechazo de las relaciones homosexuales no debe enseñarse como “homofobia”, pues no supone el rechazo a las personas por su particular circunstancia.»

Yo me he quedado clavado en lo de «riesgo de adicción»; bueno, claro, y en que nadie rechaza a los homosexuales, sólo a las relaciones entre ellos. A lo mejor sí que es necesaria una asignatura de puro sentido común, y no para los niños.


Foto | Manuel H