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Cada 25 de Febrero los castellano-leoneses celebramos el aniversario de nuestro Estatuto de Autonomía. Un Estatuto que nació “físicamente” en el Palacio de la Isla de Burgos, allí donde también fijo su Residencia el primer gobierno del General Franco cuando dio el Golpe de Estado del 36. El Estatuto pasó de Burgos al Castillo de Fuensaldaña (Valladolid) y como necesitábamos “modernidad”, de allí pasó a Valladolid capital. Este recorrido “físico” puede resumir lo que ha sido nuestra Autonomía: Un eje entre políticos y empresarios de Burgos y Valladolid y Valladolid y Burgos que se han llevado los fondos de la Región más extensa, despoblada y envejecida de la Unión Europea. Para el resto migajas. ¿lo demostramos?.

Este resentimiento propio de economistas a ras de suelo tiene su fundamento a través de muchas conversaciones con pequeños empresarios de “provincias” cuando afirman que les ha sido imposible competir con una maquinaria tan perfecta como avasalladora. Las grandes inversiones y las grandes subvenciones se las han repartido mayoritariamente esas dos capitales, incluyendo la “privatización” actual de los servicios públicos. ¿Vemos la distribución provincial del Impuesto de Sociedades?

Los responsables políticos elegidos en estos treinta años presumen de Estatuto bien hecho ya que ha reinado la paz social y la mejora económica más longeva conocida. Otros, perdiendo un miedo reinante parecido al silencio de los corderos, tenemos la obligación de poner en duda tanta riqueza creada si la comparamos con el resto de España y sobre todo, su fatal distribución geográfica. Si el principal exponente de la buena economía es el incremento de la población, Castilla y León ha perdido casi 50.000 habitantes en estos treinta años, casi los mismos que han crecido Burgos y Valladolid, es decir, solo ganan dos –Segovia no pierde por el reflujo de Madrid-. Y si hablamos del Oeste, León, Zamora y Salamanca han perdido 87.000 habitantes. En la actualidad, nuestra gente joven tiene que optar obligatoriamente por el exilio económico hacia Madrid, Barcelona o el extranjero. Si hablamos de nacimientos vemos como hemos bajado en 9.000, pero no todo iba a ser negativo, hemos subido 5.000 en la contabilidad necrológica. Si estos datos tan negativos han sido cosechados en época de vacas gordas en España y Europa, qué será en época de vacas flacas.

Pero como ser crítico sin aportar soluciones no sería de buen castellano-leonés, he aquí una propuesta para ser autónomos de verdad y no depender de la solidaridad estatal de otras regiones tan criticadas y denostadas de forma interesada por nuestros fueros.

La palabra mágica vuelve a ser “repoblación”: Repoblación humana, vegetal y animal. Castilla y León tiene infraestructuras suficientes para duplicar la población en diez años y esta sería la meta clara de un gran Estatuto de Autonomía. Cada año que no crecemos es un año perdido. Y cómo financiar esta aventura: pues con la mitad de los fondos de la P.A.C., aquellos que no van a parar a los agricultores y ganaderos a título principal o a las zonas rurales. En el aspecto vegetal, deberíamos ser Reserva de la biosfera de Europa hasta conseguir que una ardilla cruce la Región sin pisar el suelo. ¿Posible?, todo es posible si nos despojamos del fatal y actual modelo “clónico provinciano”.

 


Texto | Chibus

Foto | Manuel Holgado