Parkitren, foto de Oza

Esta mañana, al peinarme frente al espejo lo he visto claro. He envejecido. Salí a la calle y pasé por los Cipreses. Mis ojos se clavaron en la fachada del otrora superpopular Parkitrén. Los entresijos se me llenaron de nostálgica congoja. En efecto, estoy envejeciendo. ¡Parkitren se alquila!, ¡han cerrado Parkitren!. Esto no puede suceder así como así, alguien tiene que hacer una profunda reflexión sociológica paternomaterno-filial del significado de Parkitren en nuestras vidas de padres primerizos, agobiados y salvados en última instancia por la campana de Parkitren. Esas perchitas bonísimas de colorines, esos secadores de pelo que te quedabas como Eisntein mismamente. Esa piscina de bolas donde aprendía a navegar por la vida nuestro retoño, esos trompazos por el tobogán de espuma, los enormes triángulos y cuadrados y las imposibles pinetas. La cama elástica, los botes de cabeza, de culo, de espalda…de todo. Esa vallita desde donde nos asomábamos los papás abobaítos, viéndoles crecer..y al año siguiente ya entraban en la zona de los más mayores. Y seguían creciendo. Y ese bar allí arriba, en la enorme cristalera. Desde allí controlábamos las locas carreras, el sudor infantil: ¡pero hijo, mira cómo estás!. Y les veíamos seguir creciendo entre el secador de pelo y la linda sonrisa de las cuidadoras con aquellos monos inspirados en Leticia Sabater.

Hay que hacer algo con esta nostalgia que nos ahoga a tantos, esto no puede quedar así. ¡Qué sabe nadie hasta qué punto Parkitren solucionó conflictos conyugales! Esos sábados por la tarde, esos cumpleaños.¡Esto no puede quedar así!. Clamemos todos porque Parkitreen sea considerado patrimonio de la humanidad. El crecimiento de nuestros hijos en este paraíso de plástico y espuma no puede quedar impune. Es consustancial a la Primera Comunión, su parte divetida. Y ya ven la foto. Pero bueno ¿es que fue un sueño?. ¡Goodbye Parkitren! (estoy llorando).

 


Texto y foto | OZA