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La España de “vacas gordas” ha traído un incremento de la obesidad, ocupando en este epígrafe la tercera posición en el mundo. Es evidente que excepto por causas “genéticas”, uno se pone “gordito” por comer mucho y hacer poco ejercicio. Nuestros escolares pasan más horas en casa o en los bares que corriendo. Para corregir estas importantes deficiencias deberíamos aprovechar este momento en el que un Tribunal Superior ha dictaminado que Educación para la Ciudadanía no podrá ser obligatoria por atentar contra la libertad de las personas y que con la misma ley y criterio sentenciarán contra la clase de Religión en los colegios, pudiendo incrementarse las horas de Educación Física y Deporte. El Estado seguiría aportando los mismos medios económicos de las anteriores asignaturas a las parroquias que son más “especialistas” en la formación religiosa o a los centros culturales de los barrios que son lugares más apropiados para la formación en “ciudadanía”. Al mismo tiempo, se incrementarían las inversiones en nuevas instalaciones deportivas, defendiendo los puestos de trabajo que se están perdiendo en la construcción de viviendas. Los neurólogos han demostrado que la relación cuerpo-cerebro es recíproca y ya sabe: Mens sana in corpore sano. ¿Posible?

 


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