Foto de Julen Landa

Dicen que Cronos, dios del tiempo, devoraba a sus hijos al nacer para que no le disputaran el dominio del Universo, pero su esposa Rea logró engañarlo y salvó a Zeus. Desde entonces, el tiempo, que lo devora todo, tiene sus defensores. Un descendiente de Zeus, ¡que suerte!, es vecino nuestro. Siempre es requerido por los alcaldes en cada campaña electoral para arreglar el reloj de la plaza y darle cuerda, de esta forma, parece que el Ayuntamiento no hubiera estado parado. Últimamente, está muy preocupado, le están ganando la partida los Ladrones del Tiempo. Antes, iba andando a cada consistorio, pero ahora tiene que coger el coche para llegar más lejos ya que están desapareciendo sus hermanos relojeros. Cuando sale de casa, el primer semáforo siempre está en rojo; al iluminarse el verde, un despistado ciudadano no sabe si cruzar o no el paso de cebra. Cuando quiere cobrar su trabajo, le pagan a destiempo, y cuando quiere ingresarlo en el banco de la llama del infierno, para pagar su hipoteca, tiene que aguantar una enorme cola y escuchar al empleado afirmar que su máximo jefe les ha prometido una fuerte rebaja en los pisos que la Entidad se adjudique por impagos de otros mortales. La parroquia está muy preocupada, los ladrones ganan el tiempo y el espacio. Los ciudadanos empiezan a perder la moral y amenazan con devorar a Cronos.


Foto | Julen Landa