foto de DarcoTT

Conocí a Julio Fernández Gayoso en Vigo cuando era director general de Caixanova (Caja de Ahorros de Vigo, Ourense y Pontevedra), entidad que terminó desapareciendo en 2010 durante el derrumbe del sistema de las Cajas de Ahorro para fusionarse con Caixa Galicia (sociedad que estaba en quiebra técnica) por imposición del Banco de España. Aunque la interacción fue breve, la recuerdo con claridad. Acudí a la sede central de Caixanova, en calidad de pedigüeño, para solicitar fondos de la Obra Social con los que sustentar, en parte, una Fundación del Sergas para la investigación en temas sanitarios que por aquel entonces yo dirigía. El resultado fue nulo. Me explicó que todo el dinero estaba comprometido en la construcción de una espectacular sede social que acababa de inaugurar la Caja. El encuentro fue agradable, la reunión cordial, el interlocutor elegante y el resultado nulo (lo habitual).

Fernández Gayoso es uno de tantos profesionales que a partir de un [perfil anodino] fue ascendiendo en su organización a base de trabajo, buenas relaciones, respeto a la autoridad y relaciones públicas (en su caso con el alcalde de Vigo Rafael Portanet). En el momento de la crisis en el sistema de las Cajas de Ahorro, como era de esperar, la criatura sobrevivió al tormentoso proceso y fue nombrado copresidente de la entidad resultante, NovaCaixaGalicia, en un proceso tutelado por la Xunta de Galicia (como es costumbre en las Cajas). Esta entidad recibió 1.162 millones de euros del FROB, como parte del compromiso del proceso de integración. Comoquiera que el engendro era aún bastante asqueroso la NuevaCaixa degeneró enNCG Banco (EVO fuera de Galicia, Asturias y León) en un proceso promovido personalmente por Alberto Núñez Feijoo, presidente de la Xunta de Galicia. El consejo de administración del Banco neonato contó, como no podía ser de otra manera, con Julio Fernández Gayoso. Nuestro protagonista finalmente dimitió en junio de 2012 al verse involucrado en los escándalos de las jubilaciones anticipadas y los contratos blindados que (son de común conocimiento). Actualmente, a sus 80 años muy bien gestionados, acude a sesiones relajadas de la Comisión de Economía y Competitividad del Congreso y está a la espera de lo que decida sobre su futuro la Audiencia Nacional (?).

En su comparecencia ante dicha Comisión no aceptó contestar a nada afirmando que solo hablará si le llama la Fiscalía. En cualquier caso, dejó claro que ni como presidente de Caixanova, ni como presidente de Novacaixagalicia tuvo funciones ejecutivas, ya que careció de poderes en el Consejo y ejerció su cargo con carácter representativo «careció de poderes en el Consejo y ejerció su cargo con carácter representativo». Les aseguro que es perfectamente posible que el declarante creyera lo que estaba declarando. Abraham Maslow -el celebérrimo psicólogo yanqui- explicaba con mucha gracia que las creencias (expresiones verbales de cualquier cosa que una persona tome por cierta, independientemente de que sea cierta o no) aparecen tan veraces en el mapa interno de las personas que son consideradas como realidades. Cuenta el psicólogo que una vez asistió a un paciente que creía firmemente ser un cadáver. Con objeto de desmontar la anomalía del pensamiento le preguntó si consideraba que los cadáveres sangraban, a lo cual el paciente respondió que NO. Tras pincharle, para desmontar su creencia, con una aguja preparada al efecto, el paciente arguyó muy sorprendido «¡pues si que sangran!».

No es necesario haber leído «Cómo detectar mentiras» de Paul Ekman para saber que el individuo miente sobre su irrelevancia. Ello es obvio para cualquiera que haya vivido en la ciudad olívica una temporada, porque siempre ha sido uno de los personajes más importantes de la ciudad, la provincia y la comunidad autónoma. Agotada, desde el inicio, la vía parlamentaria queda encomendarse a la capacidad de la justicia para probar desatinos, identificar delitos, perseguir buscones y condenar bergantes. No albergo grandes esperanzas, pero bien está.

Pienso, no obstante, que con esta recua de personalidades indeseables que nos toca lidiar es necesario explorar nuevas vías. Para ello también nos puede echar una mano Maslow que en su renombrada «jerarquía de necesidades» del ser humano colocó cerca de la cúspide la necesidad de aceptación social y de autoestima, que se hacen muy palpables cuando se han superado ampliamente, como en el caso de nuestro protagonista, las necesidades fisiológicas y de seguridad. Yo demando a la sociedad civil que colabore en el castigo de los indignos haciéndoles sentir el peso del desprecio social y la repugnancia que produce el abuso contra los más desfavorecidos.

Esta ralea siempre ha existido y siempre existirá (recomiendo al respecto la extraordinaria actualización que hace del clásico de Quevedo, «Historia de la vida del Buscón», el Teatro Clásico de Sevilla). Acabemos, al menos, con la parte más groseramente visible de los canallas que engolfan la sociedad y abusan de los privilegios que ellos mismos se han concedido. Obliguemos a sentir el desprecio a los que siempre se han sentido envidiados y mimados por la sociedad. Que muerdan el polvo de la indiferencia, el desaire y el desdén. Puede que no acabemos con sus injustas fortunas y sus inexplicables prerrogativas, eso solamente es posible por vía judicial, pero conseguiremos que no las disfruten.