Foto de Darco TT

Cuenta un monaguillo, que un fraile hacía tantos milagros que el prior se los prohibió. El buen fraile obedeció, pero un día, viendo que un obrero de la construcción caía a la calle desde lo alto del tejado, estuvo tentando de desobedecer a su superior. Para no incurrir en esa falta, ordenó al obrero que quedara suspendido en el aire mientras iba a preguntar al prior. Éste lo absolvió del pecado de desobediencia y permitió que lo terminara, con la única condición de que no volviera a hacer ningún otro. Me cuentan mis paisanos que un día de Septiembre de 1460, cuando la ciudad celebraba su tradicional feria de ganado en el Teso de la Feria, un toro bravo, astifino, jardo, se escapó y embistió a cuantos charros encontraba a su paso, hasta que topó con Juan de Sahagún. En la calle que baja de la Catedral al Tormes, nuestro paisano lo detuvo con un potente ¡tente, necio!, y el toro se detuvo como un manso. Estas dos historias nos pueden demostrar que unos milagros son más factibles que otros y que no se considere milagro a que el sol salga cada mañana por el mismo sitio, aunque a Helovira le siga asombrando. Buenos días de Ferias.