pintadas, foto de Darco TT

Cuando transcurría la mitad del siglo anterior, Celestina, auténtica buena moza de nuestra provincia, entraba por primera vez en la capital. En aquella época, el moreno no estaba bien visto y ella, para ir a la moda, se tapaba el rostro; de esta manera se mantuvo blanca como el nácar. Su canción favorita: “Salamanca, la blanca/quién te mantiene/cuatro carboneritas que van y vienen”. Ahora, cuando ronda los ochenta, su comunidad de vecinos está decidiendo pintar la fachada de su vivienda y Celestina no duerme pensando en que al día siguiente, algún joven se la embadurnará y todo ello con la permisividad total del Ayuntamiento. Ese Ayuntamiento, que un día le echó una multa porque la empresa de desescombros le colocó un contenedor mayor del que figuraba en la licencia de una pequeña obra y la policía local lo descubrió al día siguiente. Y es que Celestina lleva muy dentro Salamanca pero cuando pasea lentamente, repite y repite que ya no es blanca y que cada día se parece más al Bronx de Nueva York. Celestina, personaje de Fernando de Rojas, le pediría al Sr. Alcalde que impida que la blanca se vuelva negra como el carbón.

 


Texto | Chibus
Foto | Darco TT