¡Seamos inconvenientes!

Desde hace muchas lunas se ha convertido en un tópico un concepto dañino que debemos aprender a repudiar. «políticamente correcto» es una expresión que ha traspasado fronteras y ha invadido el ideario colectivo en sentido diferente del original. Cuenta Eduardo Haro Tecglen en su “Diccionario Político” (Planeta, 1995) que en sus inicios era una expresión peyorativa (jerga del partido comunista para aprobar cualquier teoría “apropiada”), pero posteriormente pasó a designar una estrategia para tratar de incorporar a votantes procedentes de minorías discriminadas por sexo, raza, color de la piel o discapacidad (“vertically challenged” para los enanos de estatura). La idea en si es profundamente discriminatoria porque asume la necesidad de distinguir al diferente, en lugar de aceptarlo como es. El problema no es ser bajito, sino verse discriminado por ello y cuando inventamos términos para resaltar las diferencias no hacemos más que subrayarlas.

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