¡Para! ¡El cielo se quema!

De vez en cuando aconsejo mirar al cielo. No cuesta nada, no se paga peaje, sugestiona el espíritu, arranca la imaginación, da que pensar, da que soñar, da que temer. Los cielos se abren, como pechos abisales, para recoger la tierra cuando, la luz se da la vuelta

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