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Don Julián Lanzarote I, alcalde perpetuo de Salamanca por la gracia de sus votantes, la incapacidad del partido de la oposición y los complejos de su propio partido, nos sorprendió hace unos días con la peregrina idea de cambiar la denominación de algunas calles de nuestra ciudad.

Siendo realista he decir que este sinsentido no me sorprendió demasiado conociendo la trayectoria de caprichos y ocurrencias de nuestro alcalde. Nadie, ni por supuesto el mismo Lanzarote, ha conseguido dar una explicación creíble al cambio de nombre de media Avenida Federico Anaya. Hay quien dice que el espíritu piadoso de Don Julián ha sido el causante de que quiera alargar María Auxiliadora para darle más renombre a la Virgen haciendo que su nombre llegue a las puertas de El Corte Inglés.

Ya puestos a cambiar todo ese tramo y a buscar justificaciones ridículas como las que hemos escuchado más de una vez a nuestro sumo munícipe, yo que él le habría puesto el nombre de aquella calle que en uno de sus típicos arrebatos pasionales acabó en el baúl de los recuerdos de las calles que pierden su nombre: Gibraltar, ya que empezaría en la Plaza España y acabaría en el Corte Inglés. En su día, en cuestión de nombres de calles, también desvistió a un santo para vestir a otro (Wences Moreno por Mateo Hernández) y María Auxiliadora si así se quedara sin calle en su honor, podría a cambio hacerla patrona de Salamanca, y así los salmantinos podríamos pedirle auxilio para encontrar, algún día, un alcalde que sino ideal, al menos no fuera nefasto.


Imagen | Juan Carlos Contreras en www.irreverendos.com