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La cena había sido copiosa, tanto, que del estómago salió un insomnio una pesadilla de campeonato mundial y es que de grandes cenas…

Soñaba que el Duque de Wellington volvía con su “ejército amigo” y destruía lo que quedó sin derruir en la “francesada”. ¿Hubiera hecho lo mismo si la ciudad hubiera sido Londres?:… “Quien bien te quiere te hará llorar”, dicen.

El caso es que desperté de la pesadilla y decidí encontrar la paz paseando por nuestras preciosas calles, la noche era cálida y los pies me llevaron cuesta abajo, y es que esta Ciudad siempre parece estar “cuesta abajo”.

Glorieta del Rollo, Comuneros, Avda. de Mirat y calle Zamora. Aunque ya estaba despierto, la extraña pesadilla me perseguía. Ahora ya no era el Duque quien me horrorizaba, era el invencible ejército del Imperio Británico que le había dado por cambiar todos los escaparates de nuestros comercios.
Y así se podía leer: “Color your life”, “The body shop”, “New collection”; “shoes piel”, “the travel Brand”, “good Burger”, “sergent major-des hostoires plein la tête”-francés- y todo ello sin traducción a ninguna de las lenguas oficiales de la Península Ibérica. Si al menos las hubieran escrito en mi anhelado portugués…

Como no podía luchar contra los escaparates, intenté animarme un poco aprendiendo inglés sin tener que emigrar al Reino Unido a fregar platos.

Y así, desconsolado, decidí regresar por nuestra famosa Calle Toro, una de las más comerciales de España. Aquí la “fiesta anglosajona era total”: “”We like back to school”; “Autumn-Winter, “All you need is love”, “New season is now”, “lover o fighter?”, “enjoy your store”, “Never hide: I´m an ex-convict”, “Shop on line”, “Make something”, “”Stay curious: don´t let them tell you no”, “never explain yourself”, “better clarity”, “casual feels good”

Total que cuando llegué de nuevo a casa me dio por pensar en lugar de soñar, ¿será verdad que el mundo está cambiando y yo fuera de él?, ¿será verdad que al final la Troika nos impondrá una lengua única, una moneda única, un único sistema social y económico, un color único de piel, una única forma de pensar?

Y como la noche se hacía eterna, el “pensamiento” que todo lo enreda le dio por hacer preguntas tontas: ¿Qué habrían hecho y dicho los salmantinos si todos los letreros hubieran estado en catalán, vascuence o gallego?, ¡dios mío!: la “revolución”, que nos quitan lo “más sagrado” en el corazón del español.
Estimados amigos, no se preocupen por mí, esto solo fue una noche de pesadilla y realidad comprobada, que ahora todo se pasa al móvil, al final, todo pasa y todo queda pero lo nuestro es pasar haciendo camino, camino sobre la mar y la dura y despoblada meseta castellana. Queridos amigos, mejor cenar menos y dormir más…

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