Los labios de la rotonda, por Oza

La luz del mediodía no es buena para hacer fotos. Chilla, el blancor es intenso y rebota en los espejos de las cosas. Es una luz que cansa y llena, “atora”, que diría un lidiador.

Pero tuvimos que ir a buscar detergente al Carrefour al mediodía. Ya saben: yo trabajo, ella trabaja, la ropa, la lavadora. Total, pillo el coche y al “pricadeantes”. En la rotonda de Santiago Martín “El Viti”, al lado del Cuartel de Ingenieros, que trifurca las carreteras de Zamora, Valladolid y Fuentesaúco, se alza un labio de arbolitos que adornan un estrechito jardincillo, pegados ambos al cuartel. Y cuando principia abril y todo el mundo sabe que en el Jerte florecen los cerezos y aquello es una romería que ni la Meca…pues yo iba en mi coche caminito del tambor de Colón. Entro en la rotonda, mal como siempre, y veo a los arbolitos florecidos allí, como labios de nata recién nacida, con la carita lavada en leche nueva, juntitos, coronados por una sonrisa tierna y mágica, subyugante (la naturaleza es así.). Se puso verde el semáforo y yo pasmado con la visión, en punto muerto y el freno de mano. Di tres vueltas a la rotonda ensimismado. “No sé para que te hablo, te hablo y te hablo, ¡es que no me escuchas!, ¡pareces tonto!”, chilló alguien al lado. Volvimos con el carro lleno. La pechuga de pavo estaba de oferta. Pero aquellos labios…

 


Texto y foto | OZA