La boina negra

La elegante boina negra continuaba colgada a la entrada de la notaría. El escritor furtivo, de literatura abstracta, llevó hasta ella su mirada más allá del tiempo. Después del “buenos días” de rigor, preguntó a una dama de quién podría ser esa bonita prenda que cubre levemente la cabeza de muchos europeos desde la Edad Media. La inmediata respuesta nos llevó a una señora que la había dejado olvidada, pero no le ponían “cara y ojos”. Inmediatamente la imaginación corrió en el ambiente para hacer más agradable la espera de trámites burocráticos. Esa boina podría cubrir una cabeza altiva de figura elegante, mediana edad, alta y morena, de personalidad fuerte. Una dama cuyos sueños y vivencias personales se los reserva para ella misma. Posiblemente muchos de esos sueños han quedado atrapados en tan bonita prenda después de haber firmado ante el notario. Los allí presentes se imaginaron la figura femenina saliendo por la puerta sin su prenda más personal y olvidando su pasado para empezar nueva vida. Ahora, buscamos mujer para ser inmortalizada por el mismísimo Rembrandt antes de primavera.

 


Texto | Chibus
Foto | Juan