Foto de Darco TT

Tiempos modernos necesitan soluciones modernas para viejos problemas.

Buscar la mutación genética que hace que una persona, o una sociedad o una institución o un pueblo se vuelvan “malos”, solo puede estar a la altura de los “sensibles”. Parece que actualmente todo se concentra en los verbos mágicos “incluir” o “excluir”. Antes se hablaba de “solidaridad” o “justicia social”.

Si a un individuo se le “incluye” en su sociedad, es decir, se le hace partícipe de sus frutos, de sus juegos, de sus risas, de su cultura, de su “identidad”, esa persona se sentirá protegido y querrá seguir perteneciendo a ella.

En cambio, si a un individuo o a una institución se les “excluye”, tienden a volverse contra dicha sociedad y fomentan un “odio profundo” a todo lo que ella representa. Y el odio genera violencia y la violencia se contagia.

Igual pasa con las Instituciones o los pueblos. Cuando un pueblo se siente “incluido” crece en todos los sentidos, cuando se siente excluido se torna violento contra los más cercano y busca “contagiar” al resto.

Como pueden ver, conjugar estos dos verbos es lo que nos hace prosperar o regresar a un pasado gris y violento. Odium violentia generat. Pax amor nutrit

¿De nuevo Caín y Abel?, la historia se repite y la Humanidad no aprende.

Firmado: José Luis Blanco. Escuela San Boal de Salamanca