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En el siglo XVI, el humanismo cristiano de la famosa Escuela de Salamanca salía en defensa de cada hombre o mujer sin tener en cuenta su lugar de nacimiento, raza o sexo, ya fuera indio, mestizo o castizo. Todo ser humano tenía el derecho a desplazarse por todo el Planeta hasta encontrar sus “garbanzos”. Llegados al siglo XXI, las mercancías, los capitales y los servicios se mueven libremente pero no así las personas ya que existen otros seres humanos que se lo impiden por el hecho de haber nacido allí o haber llegado antes. El segundo precepto que nos dejaron Francisco de Vitoria y los suyos tenía que ver con la obligación de ser hospitalarios con todos aquellos que nos visitan, ya sea por necesidad o recreo. Es difícil considerarse cristiano, socialista o liberal y no respetar al máximo estos preceptos.

Llegado el día 12 de Octubre de cada año, los castellano-leoneses debiéramos hacer un esfuerzo especial en repoblar nuestras tierras, duplicando la población en cinco años con muchos hermanos de América, si allí no encuentran su “cocido”. Este movimiento solidario nos permitirá también en el futuro buscar allí nuestro “modus vivendi” cuando por estos lares se instalen las “vacas flacas”. A esto se le llama sembrar para recoger. Este simple acto de solidaridad podría servir de guía al resto de la humanidad y debiera llenarnos de satisfacción: Hispanidad = solidaridad.