buen amor

Amor y economía

Al entrar en el magnífico Castillo del Buen Amor el día de S. Valentín, en lugar de hablar del amor en los duros tiempos de las “vacas flacas”, un economista charro vinculado a la Chicago Business School le decía a su bella acompañante que la salida a esta crisis la veía en el horizonte, pero una línea más allá

Al escuchar una frase tan rimbombante en un día de tanto amor se nos erizaron las orejas y los ojos se abrieron como platos, tanto fue así que no fue necesaria utilizar la vajilla oficial para que sirvieran en ella los ricos manjares de una noche tan especial.

Este castillo ubicado estratégicamente en el dulce valle del rio Cañedo se construyó en el siglo XIII con carácter defensivo pero fue autorizada su transformación por el Rey Juan II a petición de la Casa de Alba en el siglo XV y vio pasar la apasionante historia de Castilla. Sus doradas piedras hablan de los Trastámara y guerras civiles que asolaron la Región, de Fernando II de Aragón, de Juana la Beltraneja, de los Reyes Católicos, de la Batalla de Toro, de los Lancáster de Inglaterra, de Isabel de Portugal pero sobre todo de Alonso de Fonseca Quijada, primo del Arzobispo Fonseca cuyos amores con María de Ulloa le repararon muchos disgustos en la capital charra. El Sr. Alonso de Quijada, fiel seguidor de los Reyes Católicos, capitán de su ejército, se casó con Teresa de las Cuevas con la que tuvo cuatro hijos. Con ellos el castillo-palacio-fortaleza de amor mezcló nuestros tres estilos arquitectónicos por antonomasia: Románico, renacentista y Gótico.

En los siglos siguientes y cuando desaparece al amor, el castillo entra en decadencia, tanto que le crecen las encinas en lugares tan emblemáticos como en la torre del homenaje y es cubierto por la abundante vegetación de este húmedo valle.

En 1931 es declarado Monumento Histórico Nacional pero ello no lo salva del total deterioro hasta que en 1958 es comprado por la Familia Fernández de Trocóniz, también propietaria del emblemático Gran Hotel de Salamanca, restaurándolo completamente, invirtiendo en él gran parte de sus beneficios empresariales.

En 2003, esta misma familia lo convierte en Hotel de lujo para uso y disfrute de la mayoría de los mortales, pudiendo los enamorados disfrutar de unas jornadas especiales como antaño lo hicieran los nobles que tanto abundaban en Castilla.

Y como nuestro propósito real es demostrar que el amor genera mucha economía, actualmente y después de un gran esfuerzo económico de la Familia Fernández de Trocóniz, este hotel especial atrae a un turismo de calidad que permite generar muchos puestos de trabajo en la zona y esperemos que también los beneficios lógicos para los inversores que arriesgaron su capital en beneficio de todos.

Desde estas páginas, damos nuestra más cordial enhorabuena a todos los Fernández de Trocóniz por demostrar que existen inversiones que generan economía positiva para todos, muy contraria a la especulativa de otros que presumen de empresarios y que invierten sus dineros con información privilegiada previa.

Salamanca, “all you need is love” que dirían los “Beatles