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Un salmantino casi normal nos relataba que tras una semana de infartos, el viernes se le presentaba azul celeste, iba a ir a un concierto de música después de un año sin pisar escenario. Dice que dejó su abrigo en el guardarropa, recogió el folleto: CAEM SALAMANCA, temporada de abono 2007/2008, Orquesta Sinfónica de Castilla y León. Todo casi normal, pero como el diablo todo lo enreda, observó que había sido confeccionado por empresa X de Valladolid, con la falta que hacía meter carga de trabajo a nuestra imprentas. Comienza a sonar una música tocada sin alma por funcionarios que vienen a cumplir a Provincias, no puede concentrarse, por su mente pasan la extinguida Sociedad de Conciertos, las ambulancias salmantinas entregadas a los de Burgos, los enfermos tirados por las cunetas, las listas de espera de la Sanidad Publica facilitadas a empresas de Valladolid, la Lavandería, Nachi… Y como el director de la orquesta había cumplido su horario, concluyó el acto. Sale a buscar restaurante y va leyendo: se traspasa, se vende, se liquida. Hay uno abierto pero no hay nadie, y otro, y otro y al final tiene que entrar en uno vacío. Al salir, una ruidosa máquina que todo lo barre lo persigue tenazmente en su paseo. Al acostarse, con rabia se dijo, como no enseñemos los dientes en Valladolid, se acaba todo. Y después no pudo pegar ojo. Uno de los que escuchaban el relato comentó: Todo normal, era viernes en Salamanca.

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