Hace unos días quise escribir un cuento para mi blog. Abrí el procesador de textos y escribí, con absoluta originalidad: «Érase una vez». Inmediatamente salieron unos ojos con forma de clip bailando en la pantalla, con un bocadillo que decía: «Usted quiere escribir un cuento. Elija un título y algunas palabras que deban aparecer en él, y lo escribiremos en su lugar».

Bueno, me dije, que gente tan simpática. En la casilla del título escribí: «A caballo y con paraguas». En la ventanita reservada a las palabras, puse: «Folio, teta, historia, ornitorrinco», por joder, más que nada.
El ordenador se quedó pensando unas décimas de segundo y luego el mismo clip lleno de ojos, ya sin bailar, inmóvil en mitad de la pantalla, mirándome fijamente, dijo: ¿Está usted seguro?
Me acojoné, claro, y dije que no.

Al cabo de un rato, ya repuesto, e incluso cabreado, me metí en los menús del programa para ver si podía evitar esos sustos, y encontré una opción que decía: «Ocultar al ayudante».
Seguro que es ésta, me dije, y sin pensarlo más, piqué en ella. El clip volvió a aparecer, aunque andaba despacio, tenía la mirada dura, y en su bocadillo ponía: «¿Desea ocultarme hoy, o para siempre?»
En cuanto piqué en «para siempre», la flecha del cursor de ratón, como si alguien la empuñara, corrió hacia el clip para apuñalarlo repetidas veces en sus ojos y en todo su fino cuerpo metálico. El clip se dobló sobre sí mismo intentado protegerse del ataque, sin resultado. La sangre manaba incontenible de todas las heridas, y desde la misma base del monitor a donde había caído, el antiguo ayudante agonizaba entre estertores mientras su último bocadillo, apenas visible, decía: «mal..di..to!»

Desde entonces, el desasosiego y la culpabilidad han sido mis compañeros en cuanto me sentaba frente al pc, y así no había forma de escribir nada, lo que habrán notado por la escasez de entradas en el blog. Hoy quise poner remedio a esta situación, y piqué donde dice «Mostrar el Ayudante». No salió el clip. En su lugar, en mitad de la pantalla apareció la siguiente ventanita:

 

se cree usted dios?

 

Escribo esta entrada desde un ciber, porque no me he atrevido a picar en el «OK».