Feliz Navidad

El veinticuatro, como cada año, la mitad de la humanidad se deseaba Paz y Felicidad mientras la otra parte seguía en sus quehaceres diarios. Lo que nadie pudo comprender es que el día 25 no amaneció. El sol no logró traspasar las tinieblas, la escasa luz convirtió todo en blanco y negro. Los troncos y las ramas de los árboles se tornaron negros. Los campos verdes se convirtieron en negros campos. Los pájaros, sin sus colores, no arrancaron el vuelo, sus alas estaban heladas. Los animales eran blancos o negros. Los humanos, al salir de sus casas, retornaron rápidamente pensando que podría haber ocurrido un desastre nuclear. La Televisión, la radio y los periódicos expandieron la noticia. Los colores del Arco Iris habían desaparecido. Los unos echaban la culpa a los otros por su manía de igualarlo todo; los otros a los unos por haberse apropiado de dicho día y que todo era culpa de la contaminación. Nadie se atrevía a salir a la calle, excepto el Niño Yuntero. Trascurrió una década sin día 25 y sin que el sol pudiera con las tinieblas. Tuvo que ser este Niño, menor que un grano de avena, quien pidió a sus padres una linterna, la encendió, la enfocó al sol y éste pudo con la niebla. Poco a poco aparecieron los colores, los pájaros remontaron el vuelo y la humanidad recuperó su famoso 25. Desde entonces, todos fueron más solidarios y la vida fluyó como un manantial.