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La enciclopedia católica “online” define “concilio” –del latín “concilium”   que significa “asamblea para conciliar”- como  las reuniones eclesiásticas bajo  autoridad jerárquica para la discusión y decisión de asuntos relacionados con la fe, la moral,  la disciplina…y yo añadiría…y “dirimir sus disputas terrenales”

El mayor concilio estaría compuesto por  los obispos del mundo entero cuando se congregan bajo la presidencia del  Papa, a este «sínodo» se  le denomina ecuménico o general, pudiendo haber otros de rango inferior como “nacionales” o “provinciales”. Salamanca es ciudad de «concilios» a través de nuestra historia.

Todo esto viene a cuento porque en 2016 se celebra también el VIII Centenario de las llamadas “órdenes mendicantes”  teniendo su “epicentro” en el convento de San Esteban de Salamanca,  también llamado de los “dominicos” o de Santo Domingo.

Se podría decir que nuestra Universidad “nació” en 1216 bajo el mandato “papal” cuando autorizó a las órdenes mendicantes para que salieran de sus anchos muros a predicar el cristianismo hasta dónde “físicamente pudieran llegar”. A su lado, en la «Cueva de Salamanca» emanaron otros saberes tan importantes como los primeros, separándose para siempre de sus raíces eclesiásticas. Ahora diríamos que  este fue el «segundo campus»

De aquí nació  posteriormente  la llamada “Escuela de Salamanca” formada por españoles que recogiendo el pensamiento de otras universidades de Francia o Italia supieron formar sus propias  “teorías” y  buscar soluciones a un mundo humano siempre en crisis, siempre en transformación.

Esta Escuela de Salamanca es considerada por algunos “economistas” como Schupemter o más actuales como Ernest Lluch -que venía a Salamanca en verano para dar a conocer su importancia a nivel internacional- como la “primera”, ya que sus  “teólogos” -moralistas- e  “iunaturalistas” –juristas-,  supieron diferenciar aspectos tales como los “derechos naturales de las personas y los pueblos” y muchos de los aspectos del “valor del dinero” que conocemos hoy.

 


Texto | Chibus
Foto | Diego Lozano