Foto de Darco TT

En el Nuevo Testamento, libro San Mateo, se dice que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los Cielos. Parece que San Jerónimo tradujo Kamelo por camello, cuando en griego, Kamelo sería la soga con la que se amarran los barcos a los muelles. Esta interpretación nos reafirma en la necesidad de contar con buenos filólogos para comprender la historia. En la actualidad, camelar, sería engañar o seducir a alguien mediante el arte de la adulación. En esta última definición se podrían encuadrar aquellos charros de derechas o izquierdas, que habiéndose instalado en la democracia vertical, habitan de continuo en la capital del reino, y cuando vuelven de visita a nuestra Provincia, nos tachan de ser poco exigentes, aunque se olvidan, que ellos son nuestros representantes. El insigne Don Miguel ya les habría dicho que para este viaje no necesitaban tantas y tan grandes alforjas. Si los mandamos a Pucela fue para que desde su posición defendieran esta Tierra, cuestión que evidentemente reconocen no hacer. Debieran aplicarse más a su tarea, o al menos, rogamos nos dejen en paz, para ser adulados por esa publicidad que trata de convencernos que Castilla y León es vida. Silencio, por favor.